miércoles, 8 de junio de 2011

El placer de la sorpresa

Domingo, 8 de la tarde, en redacción... Cuando ya se vislumbra la posibilidad de una próxima salida, aparece la posibilidad de cubrir un nuevo evento, la final de un torneo de fútbol femenino de nueva creación. Para allí que voy. Lo primero que me encuentro es una organización buenísima que pretende homenajear a los técnicos de la UE Lleida, que han llevado al equipo a unos niveles que nadie esperaba, justo el año de su desaparición por una pésima gestión económica. En el campo, las chicas del Lleida y las del Nástic.

Entre las chicas de azul, las del Lleida, una cara familiar; la número 10. No la veía jugar desde el verano del 2004, en la que "hice de entrenador" de un equipo del torneo de fútbol sala del pueblo en donde trabajaba. Sabía que jugaba allí, pero en el momento de ir no había caído; pequeños detalles que siempre te acaban sorprendiendo.

Volviendo a lo futbolístico, siempre que había visto partidos de fútbol femenino por la tele me parecían lentos, sin chispa... supongo que debe de ser los efectos de la televisión. Sin embargo, la oportunidad de verlo en directo me dio una nueva perspectiva del fútbol femenino. Era mucho más rápido que en la pequeña pantalla y las entradas eran mucho más duras de lo que parecían sentado en el sofá de casa.

Me sorprendió. Fue un partido de dos partes de 15 minutos, que tras un día de partidos cortos pesaba en las piernas de las jugadores. Pero, los detalles, gestos técnicos y visión de juego de alguna de ellas es complicado encontrarla en los campos de regional por los que tanto me he movido.

La fatiga permitía que hubiera muchos espacios y que los pases fueran más arriesgados. Las porteras de ambos equipos, técnicamente, mostraron un estilo muy depurado; se nota que estaban trabajadas desde la base. La manera de estirarse, de caer... me reafirmo, los porteros de regional no saben caer así.

La número 10, Andrea Porta
Lo más destacable del partido estaba, para mi, en el centro del campo. La jugadora número 10 azul era un muro para sus rivales; desconocía si existía el premio a la mejor jugadora del Torneo, pero, sin haber visto el resto de partidos, tenía claro que ella debería llevárselo. Del mismo modo saltaba para cortar el ataque como repartía juego. Junto a ella, la número 8 me llamó especialmente por su calidad técnica, mientras que el resto del equipo no desentonaban en ningún momento. Trabajo del entrenador y muy buen hacer de ellas. Aperturas por las alas, llegadas a línea de fondo y centros; el fútbol más fácil y a la vez más difícil.

La UE Lleida fue mejor, tuvo más ocasiones y sin duda mereció ganar el torneo. Al otro lado de la balanza, un Nástic que era peligrosísimo a la contra, con las ideas muy claras en una contundente defensa. La lotería de los penaltis hizo volar la Copa hacia Tarragona, pero ella, la número 10 se llevó el título de MVP.

Hablando con ella me comenta que la final fue el peor de sus partidos; todavía me pone más fácil pensar que se merecía ese galardón.

Solo me queda decir que, los que eran algo incrédulos (como yo), os acerquéis a ver jugar chicas de este nivel. No solo mejoran muchos chicos si no que seguro que acabaréis repitiendo.

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