domingo, 27 de marzo de 2011

Nuevo Borussia ¿Viejo Borussia?

Salvo hecatombe prácticamente imposible, la Bundesliga esta temporada volverá a Dortmund. El Westfallenstadium verá un nuevo título, varios años después. Los millonarios, venidos a menos, lograrán reverdecer viejos laureles. ¿Pero cuanto queda del último gran Borussia?

Jurgen Klopp ha armado una auténtica máquina de jugar a fútbol, con unos engranajes perfectamente encajados siendo un soplo de aire fresco en el fútbol mundial. He leído en muchos sitios que practican uno de los mejores fútbol que se juegan en el viejo continente y, no puedo estar más de acuerdo con esta afirmación. Joven, innovador y valiente, Klopp ha montado un equipo a su imagen y semejenza. 56 goles a favor y tan solo 16 en contra, un balance impresionante que se ha visto empañado en las últimas semanas por una segunda vuelta algo más dubitativa que la primera, sin embargo el margen imperante de puntos permite a los millonarios seguir siendo claros candidatos a levantar la Bundesliga.

El equipo se basa en la solidez de un portero que no comete errores de bulto y tampoco logra grandes alardes, un veterano de 30 años, que hace lo que se le exige a un buen portero, detener lo parable. Weidenfeller cumple a la perfección esa misión. Una defensa expeditiva y contundente donde resalta la figura de Neven Subotic, el serbio de 23 años. Alto fuerte, contundente y capaz de sacar bien el balón.

Quizá la clave de este equipo haya que buscarla en su sala de máquinas. El capitán Sebastián Kehl se encarga en mayor medida de la desconstrucción rival mientras que las jóvenes perlas que aúnan hacia delante son quienes construyen el fútbol. El japonés Kagawa, el turco Nuri Sahin (que encandiló en un europeo sub 17 hace ya varios años), Mario Gotze… juventud a raudales pues el mayor de ellos es Sahin que cuenta 22 primaveras. Y en la punta de lanza Lucas Barrios, el argentino asimilado en Paraguay que es un autentico tanque, capaz de descargar el juego venga de donde venga. Un equipo rocoso, muy joven y con una capacidad espectacular para crear.


Pero… nunca llegará a ser como el Campeón de Europa de 1997.

Ottmar Hietzfield logró crear un bloque que te seducía dejándote el balón y te mataba al contragolpe. Los latigazos de aquel equipo tumbaron a los maestros del Catenacció, los italianos de la Juventud, en una memorable final de Champions, en Munich, el mayo de 1997, gol de tacón de Alessandro Del Piero incluido.

La alineación de aquella final es para recordar: Klos, Reuter, Sammer, kree, Kohler, Lambert, Paulo Sousa, Heinrich, Moller, Chapuisat y Riedle; entrando en la segunda parte Herlich, Ricken y Zorc.

La diferencia básica, además del estilo de juego de ambos equipos, es el punto de madurez de los jugadores. Reuter y Kohler, dos veteranos que habían librado ya mil batallas, el segundo de ellos habiendo formado parte durante 4 temporadas de la Juventus. Y Mathias Sammer. El pelirrojo que se alzó con el balón de oro a final de año y que se retiró un año después, con 31 años aquejado de lesiones. El último gran jugador nacido de la Alemania Oriental, otro día hablaremos más de él.

Por delante Paulo Sousa, otro ex jugador de la Juventus y Lampert, el escocés que amargó a Zidane en el centro del campo de aquella final. Y enganchando Andreas Moller. Un auténtico maestro en el último pase y en saber aplicar aquella teoría tan buena de “es más importante llegar que estar”. Uno de los primeros grandes enganches. Y para rematar Chapuisat, para mí, el mejor jugador suizo que yo haya alcanzado a ver y  Karl Heinz Riedle, un matador.


Como decía, la diferencia radica en el punto de cocción de los jugadores y podría añadir también al carácter alemán de ese equipo, en donde los pilares básicos eran jugadores del país; un dato a tener siempre en cuenta, los grandes equipos siempre se hacen desde el sentimiento de colectivo y pertenencia a una zona.

La impecable gestión económica acabó lastrando la parcela deportiva de aquel equipo, un modelo tanto fuera y dentro del campo, cuyos últimos coletazos significaron la Bundesliga del año 2002. Hoy, los amarillos reverdecen viejos laureles, pero su potencial económico ha decaído y no logrará amarrar los jugadores que ahora son diamantes en bruto para pulirlos y lograr convertirlo en joyas de tallo fino. Veremos el éxodo de sus grandes valores este verano y los antiguos millonarios deberán reconstruirse de nuevo. Mientras, Sammer y sus chicos, seguirán en el Olimpo del Westfallenstadium esperando ese momento en que ceder el cetro de mejor conjunto de su historio a unos nuevos héroes.

viernes, 18 de marzo de 2011

Desconstrucciones Benítez SA

Hablar de Rafael Benítez Maudes, más conocido como Rafa Benítez es hacerlo, a priori, de uno de los grandes estrategas del primer decenio del siglo XXI. No en vano ganó dos Ligas Españolas con el Valencia, Una Liga de Campeones con el Liverpool como títulos más destacados. Con este palmarés, es obvio que hablaríamos de uno de los grandes. Sin embargo, los últimos 5 años han llevado a Rafa al ostracismo; ha desconstruido un legado que le había encumbrado a la altura de Bob Paisley.

Rafa dejó Valencia y dejó de ser entrenador. Cambio el Mediterráneo por la niebla de Liverpool y como decía antes, dejó de ser entrenador y pasó a ser manager. Igualó a partes iguales el trabajo con el equipo y el trabajo en los despachos y parecía haber encontrado su sitio. Se hablaba de él como el nuevo Ferguson. En su primer año mejoró la plantilla que recibía en herencia.



Y eso lo hizo con una apuesta de lo más arriesgada. Vendió a su santo y seña Michael Owen para traerse a Pellegrino (del Valencia), Xabi Alonso (de la Real Sociedad) Luis García (del Barça),  a Fernando Morientes y a Djibril Cisse por quien suspiraba media Europa. El equipo tipo era algo como Dudek, Finnan, Hypia, Carragher, Risse, Xabi Alonso, Gerrard, Luis García, Kewell, Cissé y Baros. En su primer año tocó el cielo y desde ahí, sólo podía descender.

Reina llegó para sentar al héore de la Champions League, Peter Crouch cambió la fisonomía del equipo y Sissoko llegó de Valencia para dar fuerza  al centro del campo. Pero el equipo empezó a dejar de funcionar. Pese a ganar la Copa Inglesa, la liga, ante el Chelsea de Mourinho resultó ser una quimera inalcanzable para este Liverpool.


Benítez empezó a apostar por jugadores jóvenes, sin contrastar visto la falta de fuerza económica de los reds y sus apuestas fueron, como mínimo peculiares. En 2006 se trajo a Paletta, Arbeloa (en diciembre), Kromkamp, Mark González, Pennant, Mascherano, Bellamy y Kuyt. De todas estas apuestas Mascherano y Kuyt fueron los únicos que rindieron al nivel esperado y Arbeloa también se salvaría de la quema. Demasiados proyectos que se quedaron sobre el papel, como la casa del arquitecto que no tiene a una legión de albañiles para seguir construyendo. Zenden tenía muchos minutos, mala señal.

Un año más tarde, Benítez logró dar el golpe y arrancar al niño Torres del Atlético. Fernando llevó aire fresco y muchos goles a The Kop en particular y Anfield en general; pero faltaba demasiado a ese equipo. Una nueva oleada de jóvenes promeses llegaron con Torres: Nabil El Zhar, Ryan Babel, Spearing, Lucas Leiva, Leto, Martin Skrtel. De todos ellos sólo el esloveno se ha consolidado sin críticas, mientras que Leiva ha jugado mucho más de lo que su afición querría. El equipo iba envejeciendo y con él sus opciones reales de lograr títulos frente a un rejuvenecido Manchester Utd (Cristiano Ronaldo, Nani, Anderson…) y el potencial africano del Chelsea (Drogba, Essien).

El 2008 tampoco trajo jugadores de primer nivel a Anfield y las distancias con los grandes no se recortaban. Degen, Docena o Nemeth, no elevaban el nivel de una plantilla que había perdido grandes valores en años anteriores como Peter Crouch o Sissoko, y veía com Carragher envejecía sin recambios. El Spanish Liverpool estaba muy lejos del triunfo.
Rafa afrontaba su última reválida en 2009; apostó demasiado fuerte por jugadores menores como el ya citado El Zhar o N’gog (como recambios de Torres), despobló el centro del campo con la marcha de un consolidado Xabi Alonso fichando al lesionado Aquilani, que nunca pudo jugar a su nivel.

Una comparativa algo dura:

                        Dudek                                                        Reina
Finnan  Carragher        Hypia   Risse                  Jonson Agger    Skertel Fabio

            Alonso             Gerrard                          Mascherano     Aquilani
Luis García                              Kewell           Gerrard    Benayoun         Kuyt
            Baros               Cissé                                               Torres


Los fichajes, la cruz de Benítez
Estos onces tipo reflejan, a priori, poca diferencia. Pero el detalle es Gerrard; de ser el todoterreno del centro del campo a caer en banda y más cerca del área, donde pierde mucho. Una defensa más joven y demasiado tierna frente a la veteranía de los campeones de Europa. Y sobretodo, la diferencia reside en el banquillo.

2004-2005: Smicer, Hamman, Traoré, Pellegrino, Biscan, Bruno Cheyrou o Morientes.

2009-2010: El Zhar, N’gog, Lucas, Riera, Degen, Kryakos, Carragher, Insúa…

En su afán por mejor el 11 inicial cayó en el pecado de empeorar la plantilla, de desconstruir una plantilla campeona de Europa con jugadores en su punto máximo de madurez, por otros excesivamente jóvenes y carentes de experiencia internacional. Ese fue el pecado de Benítez, sacrificar el todo por la parte, es decir, la plantilla por el 11.

sábado, 12 de marzo de 2011

El último gran héroe

Releyendo un reportaje sobre Iribar que hicieron los amigos de Soloporteros, y que leí gracias a un gran amigo, Pedro Mayo, me puse a reflexionar sobre el estado de la portería en la actualidad. Siento que seré más subjetivo de lo habitual en esta entrada, pero los porteros estamos en crisis.

Hubo una época que cuando los equipos se iban al mercado internacional para buscar un portero, les preocupaba básicamente dos cosas. Que supiera blocar los balones y que tuviera dotes de mando en su área, a grandes rasgos. Se entrenaba a los guardametas para que fueran auténticos especialistas en no dar segundas oportunidades a sus rivales a la hora de encajar los disparos, y si las dejaban que fuera lo más lejos posible. Además, se les pedía un dominio del área y sobretodo unos grandes dotes de mando para ordenar la defensa.

Poco a poco la figura empezó a cambiar, con defensas que jugaban más alejadas de la portería y obligaban al arquero a cubrir la espalda de sus defensores. Pero siempre, sin perder de vista la función principal del portero, que era coger los balones. Pero, llegaron los 90 y con ello se privó al portero de recibir con las manos los pases de sus compañeros. Se empezó a implicar el portero en el juego colectivo; dejaba de ser la persona aislada que detenía balones para convertirse en el primer atacante de los equipos.

Aún así, hijos de las reglas antiguas vislumbramos los mejores porteros que he visto yo hasta la fecha. Los Arkonada, Buyo, Zubizarreta, Koepke, Vitor Baia... y en especial Peter Boleslaw Schmeichel. El gran danés se movía como un portero pequeño, técnicamente espectacular, dominando el área como su fuera su casa y con un saque de pie y de manos que parecía los disparos de cañones de largo alcance. Además fue de los primeros en subir a rematar y marcar goles!

El gran danés tuvo sus herederos, entre los que yo destacaría a Oliver Khan, creo recordar que el único portero que fue capaz de ganar el premio a mejor jugador de un Mundial, el del 2002, donde fue el artífice de que Alemania llegara a la final, pese a encajar un gol en la misma por un fallo suyo por intentar blocar un balón muy complicado.

Pero algo estaba cambiando ya; era la época de los jugadores de campo con guantes de portero. Empezaron a aflorar esta nueva especie de atletas, con grandes reflejos, una velocidad abismal, una buena capacidad para leer el juego, pero con muy pocos fundamentos de portero. Quizá el máximo exponente de esta estirpe de porteros fue Fabien Barthez, el primero en romper estigmas, jugar con manga corta... el francés rompía tópicos. Desde esa aparición, los mejores porteros de cada temporada han sido eso, grandes atletas, grandes lectores del juego pero con poca capacidad para usar las manos y no dar segundas opciones. Era la época de los porteros bombero. Despejaban los balones para luego volverse a lucir con múltiples paradas.

Me van a caer tortas como panes por las afirmaciones posteriores, pero Iker Casillas y Gianluigi Buffon forman parte de esta nueva estirpe de porteros. Ambos con unos reflejos felinos, pero que hasta la fecha no han logrado hacer una de esas paradas que hacía Arkonada, paralelo al suelo cogiendo el balón. Ambos son auténticos maestros bajo los palos, y encima Buffon dominaba su área como nadie, mientras que Casillas era el portero de las paradas imposibles. Pero ambos eran porteros sin bloqueo de balón.

Por eso, la aparición hace ya unos años de un portero como Víctor Valdés, me hace pensar que el oficio de portero aún tiene vida. Valdés, entre las muchas virtudes que tiene, está la de no dejar segundas opciones, o dejar las mínimas posibles. Es por eso que para mi, el bueno de Víctor es el último gran héroe. No veo nuevos porteros, más jóvenes que él con esa capacidad, con ese savoire faire de auténtico portero. Ojalá me equivoque, y aparezco otro Víctor, en los próximos años, pero los augurios de las listas de mejores porteros del planeta y mejores porteros jóvenes no es demasiado esperanzadora.

PD: No estoy hablando de la calidad ni de quien es mejor y peor, la reflexión que hago es sobre la manera de parar los balones ;) No es quien para más o menos, sinó la manera de parar.

jueves, 10 de marzo de 2011

Arsene Wenger, o el mito del gran entrenador

Hablar de Arsene Wenger en los corrillos futbolísticos suele ser sinónimo de fútbol de buen toque, de fútbol de salón (algo a lo que se acusaba a la Francia de los 80, con el gran Michel Platini que sólo ganó la fatídica Eurocopa del error de Arkonada), y se obvia todo lo demás. Ser de Wenger es como ser guay. Porqué el alsaciano se ha inventado grandes jugadores y ahora, con pocos recursos es capaz de armar buenos equipos, ¿pero siempre ha sido así?

El mejor entrenador de la primera década del siglo XXI (según la IFFHS) ha ganado 3 Premier (98/02/04), 4 FA Cup y 4 Charity Chield. Ningún cetro continental. Quizá el más cercano fue el que jugó y perdió contra el Barça, allá por el año 2006. Y me pregunto ¿son ésto suficientes méritos para ser el mejor de la década enfrente, por ejemplo de las 2 Champions, 2 Premiers, 2 Serie A, etc... de Mourinho? Pero claro, ser de Mourinho no mola, no es ser guay apoyar al portugués.

Siempre se vende que Wenger hace milagros con las plantillas que tiene. ¿Lo puedo dudar? Temporada 2003-2004, el Arsenal de los invencibles: Lehman, Lauren, Sol Campbell, Cygan, Ashley Cole, Patrick Vieira, Gilberto Silva, Fredie Ljunberg, Robert Pires, Thierry Henry y Dennis Bergkamp. No haré demagogia a la hora de poner a los suplentes, pues había chicos muy jóvenes (Kolo Toure, Clichy) pero si pondré los consolidados; Reyes, Parlour, Kanu, WIltord, Edu, Gio Van Bronckhorst... ¿esto es un equipo con pocos recursos? Año arriba, año abajo, las plantillas cambiaron muy poco, hasta la salida de Higbury y la contrucción del Emirates Stadium. Creo, bajo mi más objetiva subjetividad, que Wenger ha tenido mucho más equipo de lo que nos han hecho creer hasta la fecha. Esta plantilla no tenia nada que envidiar a ninguna de las grandes europeas, y sin embargo nunca campeonó más allá de las islas.

Aún así, tras fracasar estrepitosamente en la conquista europea, Wenger sigue siendo considerado uno de los mejores, o mejor dicho el mejor, entrenador del continente a largo plazo. Sí, el mérito de ir a las canteras de los grandes clubes, llevarse sus mejores jugadores y darles confianza, eso no se lo quita nadie, pero...¿sabe realmente explotarlo luego? Yo creo que no.

El Arsenal de Wenger, el de ahora, creo que es bastante peor que el de los invencibles. Y ahora sí, se le puede hablar del mérito de mantener a flote un equipo extremadamente joven, con pocos recursos. Pero siempre no fue así y Wenger tuvo auténticos Ferraris en sus manos que no supo conducir. Cualquier entrenador del mundo hubiera soñado con esa plantilla.

Sólo una comparativa más: El Oporto campeón de Europa: Vitor Baia, Jorge Costa, Ricardo Carvalho, Nuno Valente, Paulo Ferreira, Costinha, Deco, Maniche, Pedro Mendes, Derlei y Mc Carthy. Como diría mi amigo Schuster, "no hace falta decir nada más". Y no estoy queriendo comparar a Mourinho con Wenger, tan sólo apuntar las diferencias abismales que existían entre los dos equipos que hicieron historia la misma temporada, los Invencibles y los campeones de Europa. ¿La diferencia? En el banquillo.

Arsene Wenger es un sabio del fútbol, uno de esos que tiene este deporte en su cabeza, pero no siempre logra transmitirlo a su equipo. Las eliminatorias directas suelen ser su principal cruz, el face to face con grandes entrenadores le acostumbra a dejar fuera de juego y eso no enturbia ni mucho menos su faceta como gran formador, pero si como entrenador. Porqué el primer ganador de un equipo es el entrenador, porqué el mejor entrenador de la década se le debe exigir muchísimo más y porqué por mucho que Zlatan Ibrahimovich se empeñe en juntarlo, la filosofía es una cosa y el fútbol es mucho más que todo eso.

El fútbol es filosofía aplicada a la vida real, en un espacio de tiempo determinado y en el que los errores penalizan doble, pues la tecla de reiniciar texto que te permite la escritura de un ensayo filosófico no está permitida.

Pasarán los años y se hablará de Wenger como un gran entrenador, uno de los más grandes de su época, y se dirá que de equipos sin presupuesto lograba sacarles un fútbol brillante. Ya se está construyendo el mito de Wenger, un mito, que como casi todos, suele empezar de una realidad falseada.

martes, 8 de marzo de 2011

Cuando la Vechia Signora se convirtió en Ragazza

Corrían los primeros rayos de Sol cálidos, de finales de primavera del año 2006, cuándo el Calciopoli empezó a surcar por nuestras vidas El también conocido como Moggigate acabó con la Vechia Signora, la Juventus en segunda, y ahí el equipo bianconero empezó a perder su auréola de añeojo y de señor. Los turineses acumulaban 3 títulos de liga consecutivos y acumulaba 4 de los últimos 5, de los cuales perdió los 3 últimos. Se quebró un ciclo que no había tocado a su fin y hubo desbandada; se fueron Ibrahimovich, Zambrotta, Cannavaro, Thuram y Emerson, 5 titulares. Pero lucharon en la serie B hombres tan grandes como Del Piero, Trezeguet o el mismo Buffon... dos maneras de entender un mismo deportes, dos maneras de afrontar un descenso administrativo del equipo más laureado de Italia, el único que tiene 2 estrellas en el pecho.

La vieja señora, siempre orgullosa se puso en manos de un joven entrenador, un ex mítico jugador de los 90; Didier Deschamps. Empezando con un marcador negativo y un empate en el primer partido, los turineses ascendieron semanas antes del fin de curso y parecía que el nuevo presidente, Giovanni Cobollo Gigli apostaba por la grandeza del equipo. Una grandeza que empezó a decaer, tras el ascenso a la Série A. El consejo de administración no llegaba a un acuerdo con Deschamps, que se iba a Marsella, para acabar haciéndole campeón, y se ponía un auténtico proyecto de Ferrari ( y nunca mejor dicho dado los negocios de la familia Agnelli) en manos de un conductor experto pero de segunda línea, Claudio Ranieri. El equipo empezó con un ilusionante 5 a 1 ante el Livorno, pero acabó tercero, tras la Roma y a la sombra del nuevo tirano y gran beneficiado del Calciopoli, el Inter.

Acostumbrados a grandes cracks, a fichar siempre a los mejores, apelar a Nedved, Del Piero y Buffon, tres jugadores históricos, de calidad contrastada y sin recambios era demasiado poco para hacer frente a un equipo que contaba con Ibrahimovich, otro que contaba con el mejor Totti. La directiva pareció apostar por jugadores de perfil bajo, muy de su entrenador, y ninguna estrella que idolatrar y se dio por bueno el tercer puesto, teniendo en cuenta que el equipo no jugaba en Europa como sus rivales. Fue un síntoma inequívoco de que la grandeza del equipo estaba decayendo, que esta Juve, que en 2003 perdió a su mentor Gianni Agnelli, era los últimos coletazos de un gran linaje que estaba yendo a menos cada día que pasaba.

Un año más tarde, siguieron las apuestas arriesgadas. Delanteros vinientes de equipos menores, como Amauri, proyectos de crack que no superaron los esbozos como Diego y jóvenes talentos que se les exigió demasiado y demasiado pronto si se me permite la redundancia, como fue el caso de Sebastián Giovinco. La Juve que dejó crecer a Alessandro del Piero a la sombra de grandes cracks como Roberto Baggio o Gianluca Vialli, como anteriormente le había pasado a la coleta más mágica de la historia, veía como tenía que enviar niños a hacer el trabajo de los hombres, pues éstos habían dado un paso atrás y olvidado su capacidad de liderazgo, dejándola en manos de sus mayores y de sus niños. El experimento acabó con Rainieri cesado, y Ferrara un gran defensa que no había nunca asumido responsabilidades al mando.

Los Agnelli decidieron darle un nuevo golpe de timón, cambiaron la cúpula directiva por un hombre de confianza en sus empresas, Jean Claude Blanc, que apostó por Ferrara, esperando que su chico de la casa resultara la mitad de gratificante de lo que había sido Pep Guardiola en el Barça. Un nuevo error, acompañado de la falta de fichajes de grandes jugadores que se complementaba con el enejecimiento año a año de los cracks de antaño. El tercer puesto de la liga se volvió a dar por bueno, pues daba acceso a la liga de campeones. Un dato, el fichaje del año fue Felipe Melo.

El nuevo curso dejó paso a un nuevo golpe de timón, en esta ocasión volvía a ser un Agnelli, Andrea, quien se hacía cargo de las riendas del equipo. Tomó decisiones arriesgadas, traspasó a Diego, abrió la puerta de salida a los ilustres Trezeguet i Camoranesi, pero siguió sin traer el tan anhelado crack y volvió a apostar por un entrandor del perfil bajo, que venía de hacer una buena campaña en la Sampdoria, Luigi Delneri. El resultado es de sobra conocido, en febrero, prácticamente se ha dicho adiós al título. En Europa paseando el ridículo. La vieja señora se ha acabado convirtiendo en una jovencita inexperta, en una chica que todavía espera que su novio la lleve a su primer baile, que pierda la virginidad, y vuelva a crecer a convertirse en aquella señora de antaño y que ahora ha perdido la dignidad que supone llevar dos estrellas en el pecho.

Veremos si Andrea, que demostró no temblarle el pulso a la hora de sacar la escoba el pasado verano, tiene la misma fuerza, la misma fiereza a la hora de apostar por un entrenador, por un ENTRENADOR en mayúsculas. Las últimas grandes señoras han compartido matrimonio con grandes hombres; Marcello Lippi y Fabio Capello.

Echo de menos al bueno de Giampiero Boniperti, o su sucesor, Vittorio Chiusano, presidentes (y uno de los primeros grandes cracks de la Juventus el primero) que contaban con cracks internacionales y los mejores jugadores italianos del momento. Las grandes Italias siempre han tenido ADN Juve. Zoff, Sciera, Contini, Baggio, Ravanelli, Cannavaro, Del Piero, Zambrotta, Peruzzi, Buffon, Bonipertri, Rossi... Platini, Zidane, Davids, Boniek, Nedved...

La Vechia Signora, el equipo más laureado de Italia, se convirtió en una Ragazza por que el embrujo la convirtió y la hizo salir de su cuento. Hasta la fecha, apuestas frustradas, perfiles indignos de grandes reyes no han dado con la receta para volver a ser grandes. Y la última esperanza para convertir a la señorita en lo que era pasa por el pulso de Andrea Agnelli, hijo de un gran linaje

domingo, 6 de marzo de 2011

¿La mejor afición del mundo?

La competitividad del ser humano es algo tan viejo como los hombres. Y el voayerismo que se deriva de quienes lo ven, lo siguen, lo idolatran o lo defenestran también. Los circos romanos, los campos de justa... encontraríamos muchos opios del pueblo en todas las épocas, y en la nuestra éste es el fútbol.

Centrándome en los drogadictos del opio del pueblo, es decir, en las aficiones de los equipos de fútbol, me encanta leer la píndola que dice tal afición es la mejor del mundo. O tal otra anima sin cesar durante los 90 minutos, e incluso una que me encanta, dicha por muchos jugadores "nos han llevado en volandas hasta el triunfo". No dudo de ninguna de estas afirmaciones, y el ser el mejor del mundo siempre acaba siendo algo subjetivo, pero me llama la atención una afición muy particular, la del Barça.

No sé si es porque la vivo de más cerca que las otras, porque el club tiene más repercusión en los medios, o por la suerte de haber estado en el Camp Nou más de una vez, pero realmente es digno de estudio, algo que yo no voy a hacer aquí y ahora, pero si lo voy a comentar, como mínimo.

Siempre se nos vende que la afición del Barça es la mejor del mundo, porqué en los grandes partidos siempre están al lado del equipo, hacen unos mosaicos impresionantes, cantan como los que más... esa es la imagen que muchas veces te llega a través de la televisión si estás viendo una semifinal de Champions, un Barça-Inter. Pero si ves como ayer un Barcelona-Zaragoza, te das cuenta que la afición ni es tan buena ni es tan fiel, y lo que es peor, no tiene memoria, es como un niño caprichoso; olvidadiza y cruel.

Apenas se escuchaba el aliento de la afición, cuya ovación mayor fue... para GUARDIOLA, el entrenador que sí, hizo un esfuerzo titánico para estar en el campo, pero no juega. En cambio, para los que estaban en el campo incluso hubo silbidos. Recuerdo, en especial, los que recibió Bojan. Sin entrar en debates ahora de si es o no jugador para el Barça, no se debe olvidar que tiene 20 años, que en temporadas anteriores ha sido clave a la hora de conseguir títulos, que este año apenas juega y que está ansioso por gustar. Habitualmente juega con suplentes y los peores partidos del año, en los que la motivación de los titulares es más baja y en donde el público debería llevar el equipo en volandas, y en cambio, silban a un chaval de, repito, 20 años.

¿Silbar a tus propios jugadores cuando algo no les sale es digno de la mejor afición del mundo? Es muy fácil animar cuando todo va de cara, o cuando el partido motiva incluso a quienes no les gusta el fútbol, pero en partidos como los de ayer es donde se ven las auténticas aficiones, las que llevan al equipo a sus hombros y no las que cargan su peso en la espalda del equipo, porqué por mucho que el Barça haga fútbol arte y el Camp Nou sea el Liceo de los terrenos de juego, un equipo así, el mejor de la historia, no necesita la afición tranquila y acomodada que hay en muchos partidos, necesita unas graderías que hagan salir al rival perdiendo 1-0, necesitan al auténtico jugador número 12 y no a un juez que te castiga al primer fallo.

La mejor afición del mundo lo es cada domingo, lo es levantando el ánimo de los jugadores que pasan por un mal momento y lo es, sobretodo, más allá de los partidos grandes y las celebraciones de los títulos.