Este pequeño artículo lo llevo tiempo meditando y el partido que aún se está jugando (United 7 - Arsenal 2) lo ha precipitado. Hay un cierto colectivo de entrenadores, extremadamente talentosos, que a causa de ese talento privilegiado que tienen en la lectura del fútbol creen que pueden ganar partidos y títulos desde la banda, trazando partidos en la pizarra y que el mundo se conjurará para que así pase.
El primero de ellos desde que tengo uso de razón fue el gran Johan Cruyff. El que todo el mundo reconoce como el arquitecto de la estructura que ha llevado al Barça a sus mayores éxitos fue el mismo que un buen dia creyó que su talento, que lo tiene, estaba por encima de los jugadores. Él pensó que Eskurza haría lo mismo que Goiko o Txiki, que Busquets supliría sin problemas a Zubizarreta, que prescindir de Romario era fácil, que regalar a Michael Laudrup a su máximo rival no afectaría en nada y que jugadores de perfil bajo como Korneiev o Escaich podrían jugar al mismo nivel que Stoichkov o Julio Salinas. Esto llevó al club azulgrana a resultados vergonzosos y a una fractura social que partió el club entre cruyfistas y nuñistas.
El otro gran ejemplo de estos entrenadores es Arsene Wenger. Su obsesión en formar jugadores le hizo perder de vista el presente. La bola de cristal de la creación de un legado futuro le hizo abandonar el presente y el relevo generacional ha sido pésimo.Además, las constantes fugas de talento, a diferencia de años anteriores, han dejado de ser a precios astronómicos. Sin embargo las apuestas arriesgadas del alsaciano no han salido como él esperaba. Demasiadas apuestas arriesgadas.
Su obsesión por mantener a Robin Van Persie, un jugador que podría haber vendido por más dinero del que vale es un ejemplo. Sin la aureola que tienen los cracks, el holandés que cada temporada juega menos partidos de los que debería por su facilidad a lesionarse, debía de ser uno de los primeros en estar en la puerta de salida. Sin embargo, vendió a varios jugadores a precios por debajo de mercado, como Cesc Fábregas. Al igual que vender a Samir Nasri en la tercera jornada de Premier es poco menos que un pecado.
Un ejemplo: por el precio que el United compró a Ashley Young, Wenger compró a un desconocido Chamberlain sin experiencia en Premier. Cedió a Denilson el mismo año que se desprendió de los dos mariscales del centro del campo, vendió a Clichy el año que posiblemente tenía menos mercado, fichó a Squilacci que venía de no hacer nada destacable en el Sevilla, vendió a un todoterreno como Emanuel Eboue. Y para mi, tres datos claves que hablan de protagonismo. No dio, siempre para mi, el protagonismo necesario a tres hombres como Chamack, Arshavin y a Theo Walcott.
Demasiados condicionantes para lograr hacer en equipo grande. Yo creo que a cualquier gunner le debe doler en el alma ver que donde antes vestía la camiseta Thierry Henry hoy lo hace Robin Van Persie. Su brazalete de capitán refleja la caída que ha experimentado el Arsenal. Donde antes había talento hoy hay mediocridad.
Pueden excusarlo con la falta de dinero, pero eso solo es maquillaje emocional, porque los números cantan. Fichar a precio de buen jugador un joven que no ha hecho nada es una pésima gestión de recursos. Vender a Cesc y Nasri junto con la cesión de Denilson es demasiado para que lo cubran Ramsey, Wilshere y Frimpong. Estos nombres reflejan el síndrome Cruyff, que no es otro que creer que jugadores menores, entrenados por un entrenador talentosos se van a convertir en cracks.
Al final me comentan que 8 a 2. Esta es la diferencia real que existe entre un grande y otro que lo era.
PD: Para mi Wenger es solo un buen entrenador, ya defendí mi opinión sobre él en este post:http://lafilosofiera.blogspot.com/2011/03/arsene-wenger-o-el-mito-del-gran.html
PD 2: Mourinho está cayendo en el mismo síndrome si cree poder echar a Casillas al pie de los caballos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario