domingo, 28 de agosto de 2011

Arsene Wenger y el síndrome Johan Cruyff

Este pequeño artículo lo llevo tiempo meditando y el partido que aún se está jugando (United 7 - Arsenal 2) lo ha precipitado. Hay un cierto colectivo de entrenadores, extremadamente talentosos, que a causa de ese talento privilegiado que tienen en la lectura del fútbol creen que pueden ganar partidos y títulos desde la banda, trazando partidos en la pizarra y que el mundo se conjurará para que así pase.

El primero de ellos desde que tengo uso de razón fue el gran Johan Cruyff. El que todo el mundo reconoce como el arquitecto de la estructura que ha llevado al Barça a sus mayores éxitos fue el mismo que un buen dia creyó que su talento, que lo tiene, estaba por encima de los jugadores. Él pensó que Eskurza haría lo mismo que Goiko o Txiki, que Busquets supliría sin problemas a Zubizarreta, que prescindir de Romario era fácil, que regalar a Michael Laudrup a su máximo rival no afectaría en nada y que jugadores de perfil bajo como Korneiev o Escaich podrían jugar al mismo nivel que Stoichkov o Julio Salinas. Esto llevó al club azulgrana a resultados vergonzosos y a una fractura social que partió el club entre cruyfistas y nuñistas.

El otro gran ejemplo de estos entrenadores es Arsene Wenger. Su obsesión en formar jugadores le hizo perder de vista el presente. La bola de cristal de la creación de un legado futuro le hizo abandonar el presente y el relevo generacional ha sido pésimo.Además, las constantes fugas de talento, a diferencia de años anteriores, han dejado de ser a precios astronómicos. Sin embargo las apuestas arriesgadas del alsaciano no han salido como él esperaba. Demasiadas apuestas arriesgadas.

Su obsesión por mantener a Robin Van Persie, un jugador que podría haber vendido por más dinero del que vale es un ejemplo. Sin la aureola que tienen los cracks, el holandés que cada temporada juega menos partidos de los que debería por su facilidad a lesionarse, debía de ser uno de los primeros en estar en la puerta de salida. Sin embargo, vendió a varios jugadores a precios por debajo de mercado, como Cesc Fábregas. Al igual que vender a Samir Nasri en la tercera jornada de Premier es poco menos que un pecado.

Un ejemplo: por el precio que el United compró a Ashley Young, Wenger compró a un desconocido Chamberlain sin experiencia en Premier. Cedió a Denilson el mismo año que se desprendió de los dos mariscales del centro del campo, vendió a Clichy el año que posiblemente tenía menos mercado, fichó a Squilacci que venía de no hacer nada destacable en el Sevilla, vendió a un todoterreno como Emanuel Eboue. Y para mi, tres datos claves que hablan de protagonismo. No dio, siempre para mi, el protagonismo necesario a tres hombres como Chamack, Arshavin y a Theo Walcott.

Demasiados condicionantes para lograr hacer en equipo grande. Yo creo que a cualquier gunner le debe doler en el alma ver que donde antes vestía la camiseta Thierry Henry hoy lo hace Robin Van Persie. Su brazalete de capitán refleja la caída que ha experimentado el Arsenal. Donde antes había talento hoy hay mediocridad.

Pueden excusarlo con la falta de dinero, pero eso solo es maquillaje emocional, porque los números cantan. Fichar a precio de buen jugador un joven que no ha hecho nada es una pésima gestión de recursos. Vender a Cesc y Nasri junto con la cesión de Denilson es demasiado para que lo cubran Ramsey, Wilshere y Frimpong. Estos nombres reflejan el síndrome Cruyff, que no es otro que creer que jugadores menores, entrenados por un entrenador talentosos se van a convertir en cracks.

Al final me comentan que 8 a 2. Esta es la diferencia real que existe entre un grande y otro que lo era.

PD: Para mi Wenger es solo un buen entrenador, ya defendí mi opinión sobre él en este post:http://lafilosofiera.blogspot.com/2011/03/arsene-wenger-o-el-mito-del-gran.html

PD 2: Mourinho está cayendo en el mismo síndrome si cree poder echar a Casillas al pie de los caballos.

El día que el perdedor aprendió a ganar

Existen momentos en la vida de una persona que un hecho, alguna variante, hace que la cabeza haga click y el afrontar los problemas como el futuro se haga de manera diferente. Eso pasó con Cadel Evans el día que ganó el Campeonato del Mundo del año 2009. Ese 28 de septiembre algo cambio en la cabeza del ciclista australiano y empezó a hacer cosas de las que no eran habituales; empezó a arriesgar.

Evans, que venía de hacer un Tour de Francia desastroso, el peor desde que entró en el podio de la ronda francesa, lanzó un ataque con el que logró ganar el Campeonato del Mundo. Fue el primer gran triunfo de Cadel que le llegó a una lejana edad (32 años). Esa misma temporada, el aussie volvió a arriesgar y decidió dar un paso adelante y cambiar de equipo. Dejó el que había sido prácticamente el equipo de toda su carrera para enrolarse en el BMC. La nueva preparación para el Tour 2010 fue desastrosa y quedó muy lejos de los puestos de cabeza, pero corrió su primer Giro, quedando quinto y logrando una etapa además de la clasificación por puntos. Ese mismo año mostró su nueva manera de correr, ganando la clásica de la Flecha Valona. Algo había cambiado en la cabeza del que hasta la fecha había sido el rey de ir a rueda.

Lo que ocurrió en el año 2011 es de sobras conocido. Evans asumió galones, tras momentos de dudas que se hacían eternos, y eligió ser el ganador del Tour, Vivió situaciones parecidas a las del 2008, en las que su indecisión y su falta de empaque ofensivo dieron La Grande Boucle a Carlos Sastre. Esta misma temporada se ha hecho con el Tour de Romandia y la Tirreno Adriático, cerrando la mejor temporada de su vida el curso que cumple 34 años. 

Para mi, el Tour del 2008 fue ese hecho que necesitaba Cadel Evans para atreverse a arriesgar. El aussie entendió que para ser grande tienes que entender que la vida es como la bolsa, que los mejores éxitos y peores fracasos vienen solo cuando hay riesgo y que el exceso de celo y tranquilidad no dejan dar el salto de calidad para ser un gran campeón.

jueves, 18 de agosto de 2011

Y el fútbol volvió a perder. Vuelta de la Supercopa de España

Lo puedo escribir más grande, con una letra más impactante, con negrita, cursiva o subrayado pero... no hay otra forma de decirlo. Una vez más, y ya van demasiadas, el fútbol perdió frente a la violencia; algo así como admitir que la civilización se dejó dominar por la barbarie. No hablaré más de esto... como bien dicen los protagonistas, las cámaras lo reflejan todo y el rally de clásicos (6 en 4 meses) demuestran que el mundo del deporte no está preparado para soportar la tensión. La fiesta del fútbol se acabó convirtiendo en un atentado hacia el disfrute y un pésimo ejemplo a los niños.

Se habla que el Madrid ha igualado al Barça en fútbol, sin embargo la posesión del balón a lo largo de los dos partidos fue mayoritariamente azulgrana, si bien no en las mismas proporciones a los que nos tenían acostumbrados. Mucha gente valora que ambos conjuntos han ofrecido un nivel parejo, sin embargo se obvian los condicionantes. Y eso solo beneficia al Barcelona. Pues han demostrado que sin jugar juntos, sin estar rodados con 4 entrenamientos juntos son capaces de jugar al mismo nivel que un equipo que lleva mes y medio de preparación, como dicen en Madrid, con las fechas marcadas en rojo al calendario.

Cierto es que Guardiola sacó a su 11 fetiche, pero no es menos cierto que delante tenía, posiblemente, el equipo que mejor le conoce; para mi no es el segundo mejor del mundo queda el Manchester United entre medio. Más que nada si tiramos de estadísticas que al fin y al cabo son las que mandan así lo reflejan. Mascherano mejoró a niveles anteriormente exhibidos con un central de garantías al lado y Abidal demostró ser mucho mejor lateral que central, que aunque repetido hasta la saciedad no deja de ser digno de resaltar cada vez que ocurre. Xavi está fuera de forma y eso se nota en el campo, mientras que Iniesta sienta cátedra en cada acción que realiza, ya sea asistiendo o marcando goles. Messi come aparte.

No hay que obviar un detalle. Nunca Guardiola había sido tan amarrategui con los cambios, situando un lateral de extremo, retirando un delantero por un centrocampista... Sin embargo esos jugadores, los recién entrados, le dieron la razón pues el tercer tanto nace de una combinación entre Adriano y Cesc más Leo Messi. Buenos minutos del hijo pródigo, dio temple en momento de nervios, aportó toque en el correcalles y jugó en largo cuando había que hacerlo. Daba la impresión que nunca se había ido.

En el otro lado del campo, sigo pensando que Benzema, pese a aprovechar un rebote y marcar un tanto, no es el 9 del Real Madrid. Le falta instinto asesino y es algo que nunca cogerá. Mou le calificó como gato cuando el mundo espera de él que sea un León. Ozil ofreció ayer la otra cara, la que yo recordaba de su etapa en Breme, jugador intermitente que acaba diluyéndose en los partidos grandes. Gran talento, uno de los más importantes de la década aunque falto de continuidad. Coentrao dota al Madrid de un plus de polivalencia, de un jugador más defensivo en el carril zurdo que Marcelo que sin embargo no pierde toque en la subida. Xabi Alonso sigue buscando su compañero con quien mover la sala de máquinas del equipo. EL vasco es un alienígena y ve en Khedira más un estorbo que un aliado. Y Cristiano es un hombre superado por estos partidos. Marcó en fuera de juego su gol 100 en el Madrid un cifra que habla en mayúsculas de si nivel futbolístico; un excelente finalizador que domina todos los registros del juego menos uno, el de combinación y asociación algo en lo que su eterno rival, Leo Messi, es un auténtico maestro.

Así pues, globalmente un Madrid al 80% jugó mejor que un Barça al 60%  en ambos partidos y, ni así, logró hacerse con el título, porqué al fin y al cabo tener el mejor jugador del mundo en tu bando acaba pesando demasiado cuando las fuerzas acaban siendo parejas.

lunes, 15 de agosto de 2011

¿La vida sigue igual? Supercopa-partido de ida

El inicio oficial del curso futbolístico se dio cita ayer en el Santiago Bernabéu, en un partido que sinceramente ya aburre. A veces me pregunto como en la NBA aguantan esas finales a 8 partidos entre los mismos equipos. Personalmente, encuentro cansino tantos enfrentamientos entre los mismos equipos para luego ver las mismas ruedas de prensa. Con matices, vista una vistas todas. 

Sin embargo uno de estos matices, el de la preparación, fue la nota determinante en el encuentro de ayer. Un Madrid con el denominado (hasta el 5-0) once de la alegría le discutió al Barça la posesión del balón. Algo tan cierto como lo es también que los de Guardiola jugaron a medio gas, sin ningún central en el campo, con jugadores que no habían disputado ni un solo encuentro de pretemporada con el club (Alexis, Messi y Alves) o dejando en el banco a los renqueantes Busquets, Xavi y Piqué. 

El Madrid fue mejor, mereció mejor suerte, pero como en tantos años ha pasado en la Galaxia Blanca, el Barça cuenta en sus filas con el mejor portero del mundo. El que más balones bloquea, el que da menos segundas oportunidades concede y en definitiva el que ayer mantuvo la nave azulgrana a flote, tapando tantos agujeros como hicieron los cañones merengues.

Unos cañones que, dicho sea de paso, tuvieron a sus artilleros con la pólvora mojada. Se alaba el gran juego desplegado por Benzema y como hizo una asistencia de gol. No es menos cierto pero que, un delantero que pretende ser el 9 del Madrid no puede perdonar a 5 metros de portería como lo hizo él en un par de ocasiones. Nunca está de más que los delanteros asistan, sin embargo, su meta principal siempre debe ser el gol.

El francés ayer lo tuvo fácil. Abidal sigue sin encontrarse cómodo de central, y menos cuando su estado físico no es del 200%. Blando, impreciso y falto de ritmo Eric fue ayer, de largo, lo peor del conjunto azulgrana sobre el verde. Poco le ayudó Keita que, en un partido de máxima exigencia, demostró su nula polivalencia en el centro del campo. Es interior sin más, ni extremo ni lateral ni pivote defensivo. Llegó tarde a las ayudas y entorpeció más que benefició la circulación del balón. Ozil hizo un partidazo amparándose en la libertad de la que le dotó Keita. El alemán come a parte cuando se trata de asistir con el guante de su pierna izquierda.

El partido de ayer fue la demostración más clara de lo que hoy ha pasado. El Barcelona necesita a Cesc Fábregas como el comer. Thiago será un crack, pero aun no domina los registros y los tempos de los partidos de máxima exigencia. Como he dicho más de una vez, hay que recordar la pausa que se tuvo con Messi e Iniesta para que llegaran hoy a ser lo que son.Uno y dos años respectivamente saliendo desde el banco para sustituir a jugadores que eran peores que ellos (Giuly y Van Bommel o un desgastado Deco) para coger el rodaje que todo motor necesita. Sin prisa pero sin pausa. 

No se puede obviar la impunidad con la que actúan ciertos jugadores. Alves, por excesivo de su teatro hace que a los rivales les saquen muchas menos tarjetas de las que merecerían llevarse. Pepe vive en un sempriterno estado de impunidad que solo de vez en cuando se quebranta. Deberían prohibirle jugar al fútbol, sin más. Khedira es duro, pero noble. Tal vez debió ser expulsado pero en sus jugadas no se vislumbra la mala fer del brasileño que busca siempre la lesión del rival. 


Y acabo hablando de Marcelo. ¿A caso alguien se sigue preguntando porqué no va a la selección brasileña? El partido de ayer ofrece todas las respuestas. Provocador, agresivo (hizo hasta dos patadas sin balón cuando los jugadores le habían dejado en evidencia) e incapaz de detener a un jugador con desborde. Cabe recordar que Alexis, el día que debutaba con el Barça, le sentó tantas veces como quiso y en Champions, un jugador menor como Afellay sacó a relucir la nula capacidad defensiva de un jugador, cuya marrullería le acabará perdiendo cuando lo tenía todo para ser el mejor en su puesto. 



Concluyendo. El Madrid jugó el mejor partido contra el Barça en años y con todos los condicionantes citados más arriba no le pudo doblegar. Ayer no fue si no otro ejemplo de la diferencia que existe entre Cristiano Ronaldo y Leo Messi. Uno venía de hacer toda la pretemporada y apenas se le vio; adoleció de los delirios de grandeza individual como acostumbra. El otro tocó 4 balones, dio una asistencia y metió un gol. 

Como ha pasado tantas veces, los que juegan mejor no siempre ganan. Ayer fue otro ejemplo. 

jueves, 11 de agosto de 2011

Disfrutar defendiendo

Estos largos días tumbado en el sofá, recuperando la movilidad de la rodilla, me han servido para recordar alguna de las frases deportivas que más impacto me han causado. Una de ellas la pronunció José Vicente "Pepu" Hernández, en uno de los últimos partidos del entonces DKV Joventut en la fase regular de la ACB: "Chicos, tenemos que disfrutar defendiendo este balón". La verdad que la frase en si causa impacto la primera vez que la escuchas; dos conceptos que nunca irían en la misma relación de palabras como defensa y placer... Pero parándote a pensar, ¿es eso posible? La respuesta es sí.

Por reiteración en mis textos, no empezaré hablando del Barcelona (ni acabaré), si no que lo haré de la selección Italiana. El nuevo entrenador, Cesare Prandelli, ha cambiado el histórico concepto de defensa cerrojo a la italiana, el catenaccio (aunque lo inventaran los suizos), por una política hedonista de la defensa. Prandelli dota de arquitectos los puestos que antiguamente estaban reservados a los mejores peones. En donde actuaban los Gatusso, Ambrosini, Perrota y compañía hoy se mueven Aquilani, Montolivo, Marchissio o el propio Tiago Motta (que aún siendo perro de presa tiene mucho más de super clase que los otros). El metrónomo de turno (Albertini, Pirlo...) ya tiene la orquesta a su lado para marcar el ritmo. Italia quiere el balón y se defiende con él y no lo regala para después recuperarlo y volverlo a perder. 

Este cambio de mentalidad ya lo hizo otro país históricamente basado en el físico como Alemania. Jurgen Klinsman logró no perder competitividad e implantar la idea de ser pelotero y ser competitivo a la vez. El ex delantero puso la mecha y su número dos, un desconocido Joachim Low hizo el resto convirtiendo el histórico panzer teutón en algo más parecido a una ópera de Wagner. Otro equipo que logró comprender el concepto de disfrutar en la defensa, pues cuando se defienden juegan a mantener el balón.

En el fútbol actual, los grandes y más admirados del momento han logrado convertir el pasatiempo en arma. Han convertido el rondo en un modus viviendi. La importancia de tener el balón es como el aire que respiran y en definitiva, estos grandes equipos destinados a marcar una época (Alemania desde esta nueva política no ha ganado un Mundial y una Eurocopa porqué se ha topado con España, la reina de este nuevo mundo) han aprendido que si disfrutas cuando no atacas "La vida puede ser maravillosa".