lunes, 23 de septiembre de 2013

¿Qué es "ser profesional"?

En la vida en general y en el deporte en particular se suele escuchar más veces de las que se debería una frase que ya es un tópico “yo soy un profesional”. Generalmente va asociada a la puesta en duda de un trabajo, del esfuerzo del comportamiento… Y por eso me fui a la RAE para ver que dice de la palabra profesional, puesto que en el tópico siempre entra el dinero y acabas por creer que solo son profesionales los que hacen su trabajo, sin más, y cobran por ello. Sin embargo, en la quinta entrada de la definición de la palabra dice “persona que ejerce su profesión con relevante capacidad y aplicación”.  Así pues, llegados a este punto ¿Qué es ser profesional?

Para mí, y en términos deportivos, ser profesional va más allá de hacer tu trabajo. Ir a entrenar, jugar los partidos, atender a los medios solo cuando tienes obligación o solo cuando hay actos pagados de por medio no es ser profesional, o como mínimo no es ser un profesional como quien subscribe lo entiende.

Entonces, llega el momento en que empiezas a descubrir esos deportistas, esos atletas, que colman lo que uno ha soñado toda la vida con lo que debería ser la auténtica profesionalidad. Deportistas, demasiado anónimos, colmados de valores y sacrificio para su deporte. El que aman y no les da de comer, el que les ha hecho crecer como personas y con unos valores que no se aprenden fuera, por el que pierden muchas horas y reciben pocas recompensas, y por último y no por ello menos importante, su deporte, por el que luchan cada día para hacerlo crecer más allá de las barreras y convenciones sociales que pesan encima.

Ahí reside la auténtica profesionalidad. En la fuerza y la fe para romper aquellas montañas que parecen inquebrantables e ir más allá. En soñar con crecer cada día con el deporte con el que te has hecho mayor y en querer ser profesionales más allá del dinero, como reza la quinta entrada de la RAE.

Es por eso que cuando tienes la oportunidad de ver los ojos de estos y estas deportistas te das cuenta de lo que supone la auténtica profesionalidad. Aquel brillo en los ojos cuando hablan de su deporte, aquella sonrisa ilusionante como la de cualquier niño que desenvuelve un paquete la noche de Reyes y la fuerte convicción de seguir luchando pese a las adversidades que caen como bombas en la línea de flotación de barcos ya muy dañados. Pero ahí siguen, achicando agua aunque sea con las manos porque creen en lo que hacen.


Pese a ello, perseveran. Pese al desánimo que les puede invadir, las complicaciones que surjan y los problemas del día a día siguen con su plan de acción sin pestañear, sonriendo. Porqué creen en lo que hacen, disfrutan jugando y sueñan con que un día la sociedad les reconozca un esfuerzo titánico, no al alcance de todos. 

lunes, 2 de septiembre de 2013

Se apagó la metralleta

Tengo que empezar estas lineas admitiendo que ni soy un habitual seguidor ni un entendido en boxeo, más bien no soy ni una cosa ni la otra. En mi vida, habré visto tan solo dos combates reales los ya célebres Tyson-Holifield (sí el de la oreja) y el Pacquaio-Márquez en que Pac-Man cayó inconsciente. Más allá de estos dos, ya míticos combates, lo más cerca que he estado del boxeo es en las películas de la saga de Rocky. Casualmente, y sin recordar exactamente por qué, la semana pasada empezamos a hablar de dicha saga. Y fue en ese momento en que Dani me contó la historia del coprotagonista de Rocky V, Tommy "Machine" Gun en la película, Tommy Morrison en la vida real. Hoy, leo con estupefacción que el corazón de "la gran esperanza blanca" ha dejado de latir.

No deja de ser curioso que la historia real de una persona acabe siendo incluso más interesante que su personaje en la ficción. Tommy Morrison era uno de los últimos herederos de un gran linaje en Hollywood, pues uno de sus ancestros era el mítico John Wayne. El uso de los puños de Morrison en Rocky V no fue casual ya que era boxeador de profesión. Durante la época dorada de los pesos pesados, copada por los púgiles afroamericanos, Tommy llegó a ser considerado "la gran esperanza blanca". Rubio, fuerte y con ese aire chulesco que siempre presentaba, Morrison. Tras tener un éxito relativo y adquirir fama de "mandíbula de cristal", tuvo que dejar de boxear en 1996 al ser portador del VIH. Precisamente, una complicación de dicho virus es lo que le ha llevado a la muerte a los 44 años. 

Volviendo a su personaje, creo que ser (en parte), como Tommy Gun es algo que todos hemos soñado en
esta vida. Que alguien importante en la vida te brinde la oportunidad de crecer bajo su manto protector y convertirte en el mejor del mundo. Sin embargo, el riesgo que entraña y que acabó sufriendo "metralleta" Gun fue algo demasiado común, el morir de éxito. El rubio pupilo de Rocky quiso saltarse los escalones hacia la eternidad y acabó cayendo víctima de su propio ego. Como cualquiera de las películas de la saga Rocky, el trasfondo de la quinta entrega no deja de ser como mínimo interesante.

Hablar de su manera de pelear sería hacer poco menos que un sacrilegio. Sin embargo, yo fui de los niños que nos quedábamos embobados ante la pantalla observando y escuchando las enseñanzas del gran Rocky Balboa al jovencísimo Tommy Gun, soñando algún día poder tener la oportunidad que el cine le brindaba a aquel rubio fortachón, de espíritu indomable y de ego gigantesco. Y, aún lo sueño.

Morrison, quien fue duro en el cuadrilátero y blando con la vida se ha apagado. Sin embargo, para siempre quedará el torrente de golpes que soltaba por combate Tommy "metralleta" Gun. 

Descanse en paz






domingo, 21 de julio de 2013

El heredero de Aníbal

Se consumó la gesta. Chirs Froome ya es el primer ciclista, nacido en África, en hacerse con el Tour de Francia. Y lo ha hecho en una edición histórica, la del centenario de la prueba más emblemática de la historia del ciclismo mundial. Algunos dirán que es un europeo nacido en África, que compite bajo la Union Jack, que es blanco... Pero también ha nacido y crecido en Nairobi, se convirtió en ciclista en Sudáfrica y que en categoría sub'23 corrió con el combinado de Kenya. Con todos los matices del mundo, pero africano al fin y al cabo. 

Si tras su primera gesta de vestirse de amarillo se hablaba en este blog de El Tour del Africano y la gesta que hizo en tiempos de los romanos Escipión el Africano ahora es otro gran general de la antigüedad el que mimetiza con Froome. Aníbal el Cartaginés, según historiadores, el general más grande de su tiempo logró su mérito y reconocimiento, entre muchas otras gestas, tras lograr cruzar Pirineos y Alpes con sus tropas. Elefantes de Guerra superaron las dos cordilleras para llegar al Piemonte y poner en jaque a toda Roma.

Chirs Froome demostró su fuerza en el Pirineo, en donde mandó a la lona a todos su rivales. Los remató en el Mont Ventoux y ganó el Tour en la contrarreloj. En todas esas etapas, el molinillo del hombre que cambia de ritmo sentado en el sillín de la bicicleta se convirtió en trituradora. Uno a uno descabalgo a cuantos se pusieron delante. Froome no había corrido con la cabeza si no con el corazón. En cada uno de sus ataques parecía que Chris luchara con un fantasma al que tenía que dejar clavado. Un espectro que no estaba en el Tour y que debía aniquilar. Froome, en cada ataque, quería demostrar que era mejor que Wiggins. Tenía fuerza y lo quería demostrar en cada momento más allá que fuera necesario. El fantasma del Tour anterior le hacía atacar y atacar sin cuartel. Pero quedaba una semana...

Quedaba lo duro, la traca final. Cruzar los Alpes. En los montes que tocan a Francia, Italia, Suiza, Austria, Mónaco entre otros estados debían dictar si el molinillo seguiría triturando o, como pasó con los hombres de Aníbal, empezarían las dudas. Y fue lo segundo. La fuerza de Froome empezó a menguar y sus arreones fantasmales se le acababan convirtiendo en contraproducentes. Nairo Quintana y "Purito" Rodríguez le empezaron a responder a sus ataques. Y llegó el momento de la cabeza. Froome empezó a correr con inteligencia, probablemente, obligado por su falta de fuerzas. Empezó a apoyarse en su lugar teniente, Richie Porte, más de lo que nos tenía acostumbrados. Lejos en la general, dejaba marchar a Purito y Quintana, a la vez que el miraba atrás y sentenciaba a Contador. Hizo de general, dosificó sus fuerzas y centró sus objetivos en romper a su máximo rival. Y lo logró.

Como Aníbal, pasó los Pirineos y los Alpes, para erigirse como el mejor. Tiró de inteligencia cuando no tenía fuerzas y llegó a París como amarillo, como ganador. Sus aliados en los Alpes le flanquearon en el podio. Mientras, sus rivales, lo miraban des de lejos. La fuerza de dos semanas y la cabeza de una tercera. Esas son las claves del Tour del Africano, del heredero de Aníbal, que como el Gran General de la Antigüedad triunfó cruzando los Pirineos y superando los Alpes. 

sábado, 6 de julio de 2013

El Tour del Africano

Publius Cornelius Scipio Africanus conocido popularmente como Escipión el Africano pasó a la historia por sus célebres campañas en el norte de África, logrando tumbar al potente imperio cartaginés. Des de ese momento, África siempre ha tenido una importancia preponderante en la historia y no siempre ha sido reconocida. En el deporte pasa algo parecido. Poco a poco talentos surgidos del norte, de la Sabana, del Sáhara o del sur del continente van recogiendo los frutos del protagonismo de sus ancestros. Hoy es uno de esos días.

El Tour de Francia, prueba que nunca había liderado un ciclista nacido en el continente africano vive, en su centésima edición, una peculiar situación. Puede ser que la prueba esté liderada, prácticamente al completo, por ciclistas nacidos en ese continente. Primero fue Impey, el sudafricano, que tras un regalo de su compañero de equipo Gerrans logró vestirse de amarillo. Hasta hoy.

La llegada a los Pirineos, por donde Anibal había cruzado para atacar Roma con sus elefantes, ha coronado (algunos pensamos que con un año de retraso) a Chris Froome como el mejor ciclista del momento. Compite bajo la Union Jack, la bandera británica, sin embargo su cuerpo y su carácter se han forjado lejos de la fría, nublada y lluviosa Britania. De Nairobi, que es donde nació, y de la Sudáfrica post aparheid donde se formó nace la fuerza, la rabia y el talento de un hombre que parece insaciable.

Lejos de lo que nos tenían acostumbrados los grandes los últimos años, Froome se la jugó y llegó al momento decisivo de la etapa con un solo compañero, muy bueno, pero uno solo. No necesitaba más. Richie Porte le puso el ritmo que él necesitaba y cuando vio la flaqueza de los hispanos (Hispania, tierra de conejos, justo en donde empezó la leyenda de Escipión padre con la conquista de Cartago Nova y la de Escipión hijo, con la caída de Numancia) lanzó su ataque. Faltaban cinco kilómetros. Froome quería ganar el Tour en su primera oportunidad y vistos los resultados casi lo logra. No levantó los brazos hasta cruzar la meta, pues no quería dar ni un segundo de regalo a sus rivales. Primero arrasar y luego celebrar. 


Su fuerza natural, contenida por una pose poco ortodoxa en la bicicleta, salió a relucir. Aquella que hace justo un año se veía encorsetada para que su líder, aquel que no aceptó que su gregario era mejor que él, se hiciera con el primer Tour de la historia para un británico. Es precipitado hablar del triunfo del africano en esta edición, pues los contratiempos nunca son predecibles ni por los Oráculos. Sin embargo, si las estrellas siguen alineadas para Froome, el destino le tenía reservado su nombre para un Tour histórico, el del centenario, el que puede ser para él, el Africano. 

miércoles, 27 de febrero de 2013

En Clave de Clásico


En clave de clásico

Los Barça-Madrid o viceversa siempre acaban dejando una serie de sensaciones encontradas que, en frío, uno puede canalizar para intentar hacer un análisis de los sucedido en los 90 minutos sobre el verde en los que la precisión quirúrgica de las contras de los blancos ejecutadas por el bisturí del cirujano Ronaldo se impusieron sobre la sinfonía coral, del solista Messi, que anoche acabó sonando más desafinada que nunca. Pero, entre música i operaciones, vayamos al análisis.

El cierre
La principal característica del FC Barcelona, en todos los años de Guardiola, a excepción de la última mitad ha sido la manera de cerrar atrás. El 4-3-3 completamente asimétrico, con un Alves volcado al ataque y un Abidal con apariciones puntuales obligaba a los rivales a dos cosas. La primera era a estar siempre pendientes porqué uno de los extremos siempre estaba abierto y, cuando se cerraba, dejaba paso a las sorpresivas llegadas de Abidal. Esta situación evitaba el atasco que generan el cierre actual de los dos extremos y la falta de sorpresa que provoca las permanentes subidas de Alba y Alves. Y, directamente ligado con estas situaciones, el equipo con Abidal cerraba con cuatro jugadores (los dos centrales, uno de los laterales y el pivote defensivo) lo que obligaba al rival a atacar hasta con cinco hombres si quería tener superioridad. Ahora no, la subida de ambos carrileros deja desguarnecida la defensa y la espalda de los laterales es inalcanzable para los tres hombres que cierra. Ronaldo supo explotar como nadie esta característica que antes ya habían dejado al descubierto hombres como el Chory Castro. Estos problemas se empezaron a dar en la segunda mitad de la temporada pasada, cuando Abidal causó baja por su enfermedad.

La teoría del embudo
Roura, y en extensión Tito Vilanova, han acabado cometiendo el mismo error que llevó al fracaso el Barça de Guardiola el curso pasado. Quitar delanteros en pro del control ha radicado en dos factores. El primero la gran dependencia de Leo Messi en el gol, pues no cabe olvidar que en el primer año de este ciclo eran tres delanteros natos (Eto’o, Henry y Messi) los que ocupaban la vanguardia ofensiva. EL potencial goleador fue repartido entre ellos. Ahora, los goles que hacían tres los hace Messi. Pero como dicen en inglés, la temporada que el argentino no está bien “No Messi, no party”. Tito pareció captar el mensaje y al inicio del curso devolvió los extremos a la cal, agresivos y ofensivos. Esto llevo implícito poder subir las líneas de presión, como antaño, y recuperar aquella sensación de superioridad. Pero el dar cabida a Fábregas volvió a romper este esquema. Y el de los cuatro interiores solo es bueno cuando Cesc está al 120%. Es decir cuando el físico le da para llegar y presionar en lugar de estar. Ahora no está bien y camina sobre el campo, para acabar desnaturalizando el equipo pues Fábregas sin llegada no aporta la construcción de Iniesta o Xavi faltos de fuerza para la sorpresiva característica. Esta situación con Andrés y Pedro tirando al centro y Messi bajando al círculo central para orquestar el ataque provoca el embudo. El tono físico hace el resto.

El pastor y el rebaño
Por paradoxal que pueda parecer, la importancia del director es capital incluso en los equipos que juegan de memoria. Si en lo que a música se refiere todos nos acordamos de Von Karajan o Luis Cobos dirigiendo a las grandes orquestras, los equipos de fútbol no son distintos. Tito Vilanova está luchando por su vida y me resulta muy difícil que hoy, por ejemplo, se levante a las cinco de la mañana (hora de Nueva York) para ver el entreno del club que es a las once (hora catalana). Además, pierde los intangibles, el lenguaje no verbal y todo aquello que nosotros, los aficionados, no vemos. Si no, cualquiera podría dirigir el Barcelona por teléfono y ha quedado demostrado que no es así. Las autogestiones sin dotes de mando acaban desembocando en estrellas fugaces (véase Ronaldinho).

Mourinho da con la tecla
Jose Mourinho trabajó el partido mucho más que el Barça. Montó un bloqueo central consciente de que el equipo azulgrana libera las bandas y ordeno que sus laterales apenas cruzaran el campo. Partió su equipo con Khedira como nexo de unión y mandó siempre a Di María-Ronaldo-Ozil e Higuaín al ataque. Siempre con superioridad respecto a Puyol-Pique-Busquets. Explotó la espalda de los laterales y evitó la crispación dejando a Pepe en el banquillo, consciente de que el Barça se había metido solo en la boca del lobo. Diez para el portugués que, cuando se dedica a hacer su trabajo, es sin duda un entrenador TOP.

Otro día hablamos de la afición del Camp Nou.

miércoles, 30 de enero de 2013

La salida de los genios

Lo mejor que tiene la vida es que te permite descubrir pequeños genios, en distintas materias, a cada instante. El deporte no es ajeno a ello y cada disciplina tiene a sus auténticos maestros cuya calidad no va nunca separada en su capacidad de sorprender. De la misma manera que llegan sin avisar, sin hacer ruido, se marchan en la mayoría de ocasiones cuando nadie lo espera.

Hoy tuvimos un nuevo capítulo de ello. Andrea Fuentes, la catalana más laureada en la historia de los Juegos Olímpicos, decidió que su ciclo se había acabado. Esgrimió una serie de motivos que sirven para poner literatura al adiós de una genio. Como tantos otros llegó cuando su deporte empezaba a florecer de la mano de Anna Tarrés. Y se hizo con las riendas del equipo tras tener que suplir a una figura de calibre mediático como Gemma Mengual. Todo ello hizo de Andrea una competidora dura y exigente. Tanto como afable, amable y buena persona es fuera del agua. el tango que se marcó con Ona Carbonell, plata en Londres 2012, quedará ya para siempre en la retina de quienes tuvimos el placer de disfrutarla.

Imprevisible, Andrea, cuando tenía un guión preparado para un epílogo mágico a su carrera, con los mundiales de Barcelona 2013 ha sido honesta con ella y con el mundo que se lo ha dado todo y se ha quitado el bañador. Literalmente, dejando al descubierto todos los motivos que han provocado que la mejor de aquí en todos los tiempos se cansara de nadar. Muchos no se habrán dado por aludidos, otros le quitarán importancia, pero las consecuencias de los actos sin sentido del pasado septiembre empiezan a pasar ya factura. Ona Carbonell tiene la oportunidad de su vida: nueva estrella o simplemente una más.

Como ha hecho hoy Andrea, tantos otros hicieron lo mismo. Valdés ha decidido que se va del Barça en 2.014, como hiciera Guardiola la temporada pasada o hace una década como jugador. O cuando Induráin tras un mal año colgó la bicicleta, o Bjon Bork retirado en la cresta de la ola, Martina Hingis, Gabriela Sabatini, Ian Thorpe... La lista de genios es interminable y Andrea Fuentes, por méritos propios forma parte de ese elenco de elegidos con derecho a decidir que día se bajan del tren.

Mañana, ayer y siempre, Andrea Fuentes será la persona que hizo lo más importante con la natación sincronizada. Porqué la consolidó en un panorama nada bueno para deportes minoritarios. Gemma Mengual dio el fogonazo y Fuentes lo convirtió en una hoguera con material para quemar mucho tiempo. Solo queda desearle suerte a la eterna sonrisa pícara de la sincro.

¡Gracias por todo Andrea!