El nombre de José María Gutiérrez Hernández podría responder a cualquier español de a pie. Sin embargo, bajo la normalidad de un nombre y unos apellidos convencionales, se esconde uno de los talentos (tal vez el más grande) de la historia del fútbol nacional. Y hablo de talento, no de jugador, pues esa palabra engloba una serie de conceptos de los que siempre estuvo mancado Guti. Irresponsable y genial, místico y loco... todas las acciones que hacía en el campo, para bien o para mal, le convertían en un futbolista diferente.
Cuando debutó en el primer equipo, copiaba el look del que decían que era su ídolo, Fernando Redondo. Pero el zurdo siempre se mostró muy distinto a lo que hacía quien se quería parecer. Formó parte de uno de los tríos que más gloria tenían que dar al madridismo, pues su hornada era compartida por Raúl González y Álvaro Benito; el primero eterna leyenda del fútbol mundial, mientras que el segundo las lesiones nos privaron del talento de quien se decía que era la pata más brillante del trípode.
Hay quien dice que su talento explotaba jugando como interior zurdo, otros que su lugar ideal era el de enganche, el 10 al uso creado en Argentina, sin embargo los mejores minutos de fútbol los tuvo con Vicente del Bosque actuando en una posición que ahora está muy de moda, la de falso 9. Tras el cese de Toshack y la llegada de Don Vicente llegaron los dos mejores cursos de Guti vestido de blanco. En especial la 2000/01 en la que el de Torrejón de Ardoz firmó 14 goles en 32 partidos. Unos registros espectaculares para un jugador que no es un delantero al uso.
Pero, si alguien recordará de por vida de Guti es el taconazo en Riazor. El ya conocido como el Tacón de Dios. Sin girar la vista, con una conducción a cual cisne flotando sobre un lago, el jugador cedió el balón con un taconazo a Benzema que marcó. Si la jugada hubiera o no acabado en gol es lo de menos, para los fans del balompié la jugada que hizo el eterno joven lo merece todo.
Genial en el campo y díscolo fuera de él, cada vez que hablaba no dejaba a nadie indiferente. Así fue cuando anunció su partida del Madrid. Todo apuntaba a que sería titular en el Camp Nou, en uno de los derbis más igualados que se preveían y con media liga en juego. En esa situación, él anunció que quería dejar el Real Madrid y no cumplir los dos años de contrato que le quedaban. Se quedó fuera de la convocatoria y sus últimos meses de blanco no responden a la trayectoria, entre díscola y genial, que tuvo José María en el club de su vida. Del año en Turquía ya no hablamos.
Igual que hice con Valdivia... ¿Hubiera sido tan genial Guti de haber tenido otro carácter?
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