La naturaleza real de las personas la ves cuando ocurren situaciones inusuales, que se escapan de la monotonía rutinaria del día a día. No deja de ser sorprendente como una situación extraordinaria "el lockout" ha dejado clara la manera de pensar de muchas de las estrellas, proyectos de estrella y jugadores menores crecidos en su ego a la vez que automimpuestos en el firmamento. Vaya por delante que cualquier decisión es respetable, más el amor al deporte que tanto dicen amar y que tanto les ha dado queda en entredicho.
Si se me permite, les separaría en tres grandes grupos: Los codiciosos (léase que solo juegan por dinero), los agradecidos (que juegan prácticamente gratis por los clubes a los que ya ayudan como mecenas o a los que les dieron la fama) y los profesionales (aquellos que entrenan para mantener la forma).
Los codiciosos: Sin lugar a duda los que para mi peor parados quedan. El más grande de ellos sería, sin lugar a dudas, Kobe Bryant, que demuestra lo poco que ama el baloncesto con las cifras astronómicas que pide por ir a jugar cuatro encuentros en Italia. En esta misma línea estarían el resto de estrellas americanas que han aprovechado el lockout para llenarse los bolsillos con auténticos atracos a mano armada a clubes que, además, verán como cuando se acabe el parón sus estrellas volaran dejando menguada la calidad de sus plantillas. El marketing se impone al deporte una vez más.
Sin embargo, dentro de este apartado querría incluir un pequeño subgrupo: Los codiciosos desagradecidos. La bandera de este colectivo la enarbola, principalmente, Rudy Fernández. Mientras en la NBA le conseguían un contrato con el equipo campeón (muchos expertos opinan que puede tener minutos de calidad, algo que él siempre ha reclamado, en Dallas) él firma con el Real Madrid, club que, además, manifiesta abiertamente que luchará para que Rudy no vuelva a la NBA tras el lockout. El bueno de Rudy, por sus partidos en el Madrid, cobrará unos importantes emolumentos pero, ¿le es tan importante ese dinero? ¿No podría haber tirado un cable, deportivo, a su equipo de toda la vida? Algunos dirán que ya lo hizo económicamente dando la opción de vender el pase europeo de la Penya al Madrid, sin embargo, yo pienso que el Joventut hubiera podido ganar dinero con el márketing que le hubiera proporcionado Rudy, lograr resultados deportivos y éste demostrar que realmente se acuerda de quien le hizo grande. Pero, prefirió el dinero de Florentino. Yo, de Mark Cuban, no me fiaría de un jugador que actúa de esta manera.
Los agradecidos: El caso más espectacular, para mi, es el de Tony Parker. Una auténtica superestrella de la NBA que acepta pasar a ser mileurista (1.500 euros que no le dan para el seguro que tiene contratado en caso de lesión) para gozar del baloncesto de su país. Su pase al ASVEL es un ejemplo de chico que ama su deporte y que no le importa perder dinero para jugar. Lo mismo Batum y Diaw; el primer vuelve al Nancy, club que le vio hacerse, mientras que Diaw se va a jugar a segunda en el equipo del que él es el mecenas y, obviamente, sin cobrar un duro. En este grupo está también AK-47, Andrei Kirilenko, que vuelve al CSKA y da todo el dinero que gane a su fundación. Es de bien nacido ser agradecido y estos chicos tiene claro la importancia de devolver el favor a quien te hizo de trampolín.
Los profesionales: En este grupo están gran parte de los parados. Los Gasol o Calderón que han decidido entrenarse en Barcelona. Durant y compañía que no dejan de hacer partidos de exhibición. Los Miami Heat que se les ha visto entrenando recientemente, Ginobili que volvió a su Argentina natal para no perder la forma... La lista es larga y de categoría, pero todos ellos respetan los contratos que tienen y dejan clara su idea de no defender otra camiseta que no sea la del club que les paga salvo que se cancele toda la temporada. Pero, muchos de ellos, ya han manifestado su intención de jugar en sus clubes de origen si el lockout es permanente. Se imaginan una ACB con los Gasol en el Barça, Calderón en el Tau, Ibaka en el Assignia Manresa... Sería un sueño... y como el lockout seguro que acabará en sueño se quedara.
Así que, respetando todas las opciones posibles, queda claro que el dinero es una máscara demasiado golosa para ciertos jugadores que han demostrado que el verde billete es el único color que aman.
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