Mucha tinta ha corrido en estos primeros seis meses de la temporada tenística. Y la culpa la tuvo el buen momento de Novak Djokovic, que acumuló una racha de partidos solo a la altura de los elegidos. La segunda mejor de todos los tiempo, a un solo partido de la de uno de los grandes, John McEnroe y a un solo partido de proclamarse número 1 del mundo en lugar de Rafa Nadal. Pero... se quedó a las puertas.
Siempre he pensado que el calendario ATP está mal repartido y que de poco sirve realizar unos primeros seis meses del año brutales y otros seis más discretos. En la segunda mitad del año, o mejor dicho desde el mes de junio, se acumulan los auténticos premios grandes. Roland Garros, Wimbledon, US Open y la Copa Máster más algún que otro Máster 1000. Eso bien parecen saberlo Federer y Nadal pero no Djokovic. El serbio ha hecho cinco meses y medio perfectos, pero en el momento clave falló.
El partido de esta tarde lo tiene todo para ser recordado como uno de los más grandes. Un primer set de tenis que solo está al nivel de los elegidos, un set de relajación para cada uno y un cuarto no apto para cardíacos. Con la luz amenazando a dar por ella el partido por concluido hasta mañana, los tenistas se batieron hasta el último punto del tie break como dos pistoleros en duelo a muerte. La final de Ronald Garros, el récord de Mc Enroe y el número uno del mundo bien lo valían. Ahí es donde afloró el campeón de campeones, el mejor de la historia, el único capaz de engancharme horas y horas delante de un televisor.
Justo antes de jugar los tres puntos decisivos, como solo el mejor puede hacerlo, Roger se cambió la camiseta para celebrar el triunfo impecable como es él. Su tenis dista de su personalidad. La perfección que sale de su raqueta se contrapone con el torso de un hombre normal, sin abdominales marcados e incluso con algo de curva de la felicidad. Y aun así, será siempre el mejor. Ganó como los campeones.
El mismo día que, horas antes, Nadal volvió a evidenciar que ha vuelto de su letargo. Que esa pretemporada de seis meses ha finalizado y que está en plenas facultades de defender su casa de cualquiera que la quiera profanar. La arcilla de Roland Garros es suya y la defenderá como número uno, gracias al hombre que, hace justo un año, el desbanco del trono mundial. Casualidades de la vida.
Llega el momento importante del año y las dos raquetas mundiales le mostraron a la tercera (real) que no tiene sitio en el Olimpo de los elegidos. Que, como en la antigua Grecia, el tenis mundial tienes dioses de primera y de segunda. Lo decía Nadal, la final se la jugará contra el mejor de la historia aunque le habría podido tocar al mejor del año. Ahora toca la arcilla, en un mes la hierba, luego el cemento para acabar con el maestro de maestros. Y los grandes, como siempre, llegan al momento crucial de la temporada en plena forma.
El domingo empieza la auténtica temporada de tenis. Nadal y Federer; Roger y Rafa... Fuerza y talento, potencia y elegancia; pasado, presente y futuro. Como diría el Cruyff, salid y disfrutad porqué nosotros seguro que lo haremos con vosotros! Roland Garros 2011, empieza la auténtica historia...Empieza el tiempo de los Campeones.
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