Siempre que desciende un gran equipo a los infiernos de la segunda división aparecen una serie de ex-jugadores, entrenadores y directivos que lo lamentan. Éstos dan todo su apoyo y se ofrecen a jugar, entrenar o lo que sea aun perdiendo dinero con tal de devolver a la élite el club que nunca debería haber caído del firmamento. El último caso ha sido el de River Plate, el club más laureado de Argentina.
A las pocas horas del histórico descenso, una serie de nombres, más o menos grandes, se ofrecieron para devolver a su "amada" camiseta a la primera división: Germán Lux, Fernando Cavenaghi, Alejandro Domínguez... Ex estrellas en River, cierto es, pero jugadores fracasados en Europa. Ninguno de ellos ha sido titular esta temporada en sus clubes, su rendimiento en el viejo continente ha sido más que pobre y la aureola de cracks con la que cruzaron el charco se hundió en las frías aguas del Atlántico.
Respecto a este repentino ataque de altruismo de estos jugadores me vienen varias preguntas a la cabeza. Me gustaría saber realmente que hay de altruista en esta propuesta o si, como es en mi opinión, es una manera digna y populista de volver a casa tras muchas temporadas en Europa acumulando fracaso tras fracaso en varios clubes. Me pregunto porqué no hacen lo mismo Aimar y Saviola, ¿tal vez por la titularidad que tienen en su equipo? Sin duda habría que reflexionar al respecto y mucho.
La segunda gran pregunta. ¿Si tanto quieren a su club, porqué esperan al descenso para volver a ayudar? Los sistemas de descenso por porcentajes en Argentina facilitan lo que todo el mundo sabía, que este año River podía descender en caso de tener una mala temporada. Tal vez no se veían lo suficientemente buenos como para ser los auténticos salvadores y evitar una tragedia que se mascaba desde lejos y que nadie quería ver. Estos jugadores distan mucho de Riquelme, Palermo que con ofertas en firme y contratos suculentos en Europa que volvieron a su tierra por auténtica añoranza. O más se diferencian de Del Piero, Buffon... que se quedaron tras el descenso administrativo de la Juve y volvieron a subir al club.
Así que, señores, no lo llamen amor a la camiseta, más bien es una manera honrosa de esconder su fracaso personal por Europa y, aprovechando una situación ya irreversible del supuesto club de sus amores, declararle amor eterno y un altruismo sin límites que en realidad es una redención personal y el último intento de relanzar una serie de carreras condenadas al ocaso de sus tiempos.